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jueves, 16 de enero de 2014

La vida Paleo (Parte 1 de 3)

1.-Basar la dieta en animales y plantas. Es básicamente lo que comían nuestros ancestros para obtener todos los nutrientes necesarios (proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas, minerales, antioxidantes, etc.). La lista es interminable, dependiendo de en qué zona del planeta estuvieran podían tener hasta 200 o 300 alimentos para elegir. El resultado era una dieta con una distribución de nutrientes muy diferente a la que se considera óptima actualmente. Era una dieta rica en proteínas y grasas, y era una dieta baja en carbohidratos. Esta dieta les proporcionó al ser humano la capacidad de construir músculos fuertes, cerebros grandes, caminar largas distancias y tener un sistema inmunitario fuerte. Además comían esporádicamente. Cuando la comida era abundante, comían en exceso y almacenaban la energía como grasa. Cuando había épocas de escasez, sobrevivían con esta grasa almacenada. Esta forma de comer esporádica mantenía sus cuerpos preparados. 2.-Muevete frecuentemente a ritmo lento. Se sabe que nuestros ancestros pasaban una media de varias horas cada día moviéndose a un ritmo que hoy describiríamos como “ritmo aeróbico bajo”. Cazaban, recolectaban, exploraban, migraban y escalaban. Esta actividad baja activaba sus genes para que construyeran un sistema circulatorio fuerte para dar energía a cada célula muscular y para convertir rápidamente la grasa en energía. Además no tenían carreteras, aceras ni zapatillas deportivas. Caminar por terrenos irregulares y probablemente descalzos hacia que cada paso cayera en un ángulo diferente por lo que cada músculo era trabajado para mantener el equilibrio. Ten en cuenta que nuestros ancestros no salían a correr al 80% de su capacidad máxima por largos periodos de tiempo como se suele hacer hoy en día 3.-Levanta cosas pesadas. Las mujeres cargaban a sus bebés la mayoría del tiempo, así como pilas de leña, o cualquier cosa que hubieran recolectado. Los hombres cargaban lanzas pesadas y otras herramientas, además tenían que cargar los cuerpos de los animales que cazaban y movían grandes troncos y otros materiales para construir refugios. Además levantaban su propio peso para escalar árboles o cualquier otro terreno cuando necesitaran escapar de algún peligro o explorar el territorio. Las señales biomecánicas creadas por esos esfuerzos cortos e intensos generaban algunos pequeños cambios hormonales que incrementaban el tamaño y la fuerza de los músculos.

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