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martes, 11 de febrero de 2014
Dieta ancestral VS Dieta moderna
Nuestros ancestros existen desde hace 2.5 millones de años y nosotros somos el producto de esta adaptación genética a los alimentos del paleolítico. La edad de piedra sucedió mucho antes de la agricultura (hace 10 a 12 mil años) y mucho antes de la creación de productos procesados y azucarados.
El 99.5% de la historia humana es una historia de cazadores-recolectores, lo que equivale a más 100,000 generaciones de humanos y 600 generaciones desde la agricultura, y las 10 generaciones que han vivido desde la era de la industrialización.
Esto nos ayuda a comprender porque la humanidad y sus genes tienen muy poco que ver con la comida neolítica y mucho menos con la comida procesada que nos venden las corporaciones. Nuestros genes han tenido poco tiempo para adaptarse a comidas neolíticas, y sólo algunas personas o grupos han podido adaptarse a algunos de estos alimentos.
Los especialistas en paleo-antropología y nutrición nos dicen que debemos consumir un símil de la dieta de los cazadores recolectores como la mejor apuesta basada en la ciencia, debido a nuestra adaptación genética. Lo más parecido que podemos encontrar en nuestra época son las tribus que sobreviven de forma tradicional desde hace siglos hasta nuestros días.
De acuerdo a una investigación realizada en E.U. y Australia en el año 2000 se analizaron las dietas de 229 poblaciones de cazadores-recolectores y encontraron que la dieta básica del cazador recolector es muy alta en comida animal, carne, pescado, aves. Prefiriendo la carnes con más grasa que la carne magra del musculo. Baja en frutas, verduras y tubérculos y que no existen culturas vegetarianas en ninguna parte del mundo.
No existe una única dieta del cazador-recolector debido a las características únicas de la región de cada población, por ejemplo, unas tribus consumían muchísima grasa como los Inuit de Alaska, y otras tribus consumían más carbohidratos por ejemplo los Kitavas de Islas Tobriand en Nueva Guinea. Sin embargo la característica en común es que todas estas tribus prefieren la carne ante todo; el consumo de materia vegetal o carbohidratos es de mucha fibra y siempre de bajo índice glicémico como nueces, semillas, tubérculos, bulbos. Todas estas tribus viven con niveles bajos de glucosa sanguínea y por ende con respuestas de insulina moderada.
Las recomendaciones generales por las organizaciones de salud incluyen carbohidratos de fácil digestión, almidones y granos como el trigo, maíz, arroz y papa o frijoles. Sin embargo estas comidas son neolíticas, añadidas durante los últimos siglos a nuestra dieta. Por ejemplo el maíz y la papa son productos del nuevo mundo. Las maquinas refinadoras y productoras de harinas son de finales de 1800.
La cantidad de azúcar que consumíamos no llega ni a la quinta parte de lo que se consume en promedio en estos días. Tampoco existían todas esas grasas vegetales, ni grasas modificadas químicamente, ni los endulzantes químicos artificiales que son muy recientemente añadidos. Las frutas no eran abundantes ni estaban disponibles todo el año.
Si pensamos en porcentajes la siguiente gráfica nos puede ayudar a entender porque estamos tan lejos de lo que nuestros genes requieren.
Una evidencia que nos indica que la comida moderna altamente procesada es la causante de la epidemia de obesidad y de muchas enfermedades prevenibles, es que la tribus y poblaciones que han vivido por siglos con una alimentación tradicional y cambian sus hábitos por comida moderna, sufren un aumento de enfermedades crónicas como obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares e infartos, Alzheimer, cáncer, piedras en vesícula, apendicitis, úlceras, caries, hemorroides, etc. Todas comunes en las sociedades actuales y casi desconocidas en poblaciones con una alimentación tradicional.
La carne es parte de la dieta moderna que provoca tantas enfermedades. Entonces decimos que la carne causa cáncer y provoca enfermedades degenerativas pero en realidad, no podemos decir que toda dieta moderna es mala (la carne es parte de la dieta del cazador-recolector también). Lo que debemos observar es que la carne no es causa de cáncer ni de enfermedades crónicas, sino los elementos nuevos introducidos en las dietas tradicionales de los pueblos ancestrales. Las primeras dos sustancias introducidas fueron las harinas y el azúcar. Con ellas llegaron las enfermedades crónicas a estas poblaciones.
La omnipresencia de harinas y azúcares explica la epidemia de enfermedades crónicas y de cáncer, y no el consumo de carne, por ejemplo en la cultura Hindú de la India que vive sin consumir alimentos de la res, pero no es libre de cáncer.
La hipótesis fallida de que la grasa es causa de enfermedades coronarias y de otras enfermedades prevenibles está causando miles de muertes al desviar nuestra atención de los alimentos que realmente importan cuando se trata de evitar su consumo para tener una buena salud.
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