La Coca-cola, también ácida, fué formulada solamente en 1886 en Atlanta, en Estados Unidos (en su primera versión contenía también cocaína, de aquí su nombre) y aún mas recientes son todas las demás bebidas como Fanta, Sprite, etc: todas muy ácidas. Casi todas las bebidas alcohólicas y no alcohólicas son extremadamente ácidas, entonces si se ingieren habitualmente o hasta incluso se abusa de ellas como desgraciadamente ocurre muchas veces, suman su elevadísima acidez a la de la comida, empeorando aún mas nuestra situación de equilibrio acido-base.
Si por ejemplo sumergimos un diente en una Coca-Cola, se verá en vivo lo que hacen habitualmente a escondidas las substancias ácidas en nuestro organismo; poco a poco observaremos la extracción de fosfato y bicarbonato de calcio con la consiguiente completa disgregación del diente.
La relación entre refrescos y osteoporosis, a decir verdad, ya había sido descubierta, pero algunos estudios lo habían desmentido. En realidad era equivocada la perspectiva, debido a que en la comunidad científica pensaba que el problema era solamente el fosforo contenido en estas bebidas, pero en realidad es la acidificación continua que conlleva el consumo diario de los refrescos, especialmente aquellos con gas y otras bebidas con gas, que conjuntamente con otros alimentos ácidos pueden provocar además de la osteoporosis, también problemas cardiovasculares y diabetes. Podrían parecer afirmaciones pero todo esto ha sido justamente certificado por un estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista americana “Circulation”
En julio del 2007 el Doctor Ravi Dhingra y colaboradores del Medical Center de Boston han publicado las conclusiones de una investigación que ha durado cuatro años y que se ha llevado a cabo sobre un grupo de 9000 personas de mediana edad, que han sido puestas bajo observación y exámenes clínicos por tres veces: al principio, a mitad y al final del estudio. Los datos que han recogido son mucho más que significativos.
En una “instantánea” hecha justamente al principio del periodo de estudio, resultó que las personas acostumbradas a consumir una o más bebidas soft cada día presentaban una prevalencia del síndrome metabólico del 48% superior a la de sus coetáneos que bebían menos de una.
En la observación de larga duración, además ha sido revelado que entre las personas que no presentaban síndrome metabólico al principio del estudio, las que consumían una o más bebidas soft cada día tenían un riesgo de desarrollarlo durante los siguientes cuatro años, con una incidencia de un 44% más elevada que el grupo que podríamos definir “no bebedores” o “bebedores no habituales”.
Los investigadores americanos no han publicado también sus opiniones del por qué, pero el hecho no es particularmente sorprendente desde el punto de vista ácido-base debido a que, por ejemplo, la Coca-Cola contiene ácido fosfórico con una concentración de 325 mg/litro, que le confiere un valor de pH de alrededor de 2,5 que está comprendido entre el del ácido gástrico (pH=1,5) y el del vinagre (pH=3,0). Bueno, ¿pero no habíamos quedado que provocaba osteoporosis?
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