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martes, 11 de febrero de 2014
Dieta del tipo sanguíneo…. Paleo…?
El doctor Peter D’Adamo ha vendido más de 7 millones de copias en más de 50 idiomas distintos de su libro “Eat right for your Type” en el que delinea 4 tipos de dietas que se deben de seguir de acuerdo al tipo sanguíneo que tengamos.
De acuerdo a D’Adamo:
a) La comida que debemos comer depende de nuestro tipo sanguíneo, es decir del momento en la historia de la evolución del hombre en el que surgió este tipo sanguíneo. Lo que se comía en ese momento es lo que debemos comer. El tipo O fue el primero en surgir, por lo que este tipo debe de comer la dieta más primitiva, luego surgieron los otros tipos A, B y AB.
b) Diferentes tipos sanguíneos tienen diferentes tipos de anticuerpos, por lo que las enfermedades que suframos van a depender de nuestro tipo de sangre.
c) Los antinutrientes y lectinas presentes en las comidas son muy similares molecularmente a los antígenos de los distintos grupos sanguíneos, por lo que comer los alimentos erróneos puede provocar el aglutinamiento de la sangre y enfermedades muy serias.
El tipo O
El tipo O fue el primer tipo sanguíneo en surgir. Este tipo de personas son agresivos, son los cazadores, predadores. La proteína de origen animal le cae bien. En su carácter se manifiestan como líderes, extrovertidos y energéticos. Se identifica en su personalidad, características como: responsables, decididos, organizados, objetivos, prácticos. Al manejar su estrés tienden a ser extremistas, ya que se rigen por la respuesta de “lucha-huida”.
Son susceptibles a problemas del síndrome metabólico, aumento de peso y problemas de tiroides. También están predispuestos a sufrir de ulceras y tienen el ácido estomacal más alto que los otros tipos.
El tipo A
La sangre tipo A surge cuando los seres humanos migran de África hacia lugares más al norte, dejan de depender de la carne y comienzan con la agricultura. Las personas con este tipo de sangre están adaptadas a consumir los carbohidratos provenientes de los granos, y su sistema digestivo los procesa muy bien, pero no sucede así con la carne debido a bajos niveles de ácido clorhídrico.
Las personas tipo A viven muy bien siendo vegetarianos, y se adaptan muy bien a disciplinas que conectan la mente y el cuerpo como la yoga, el tai chi y otras forma de meditación. Son altamente susceptibles al estrés porque tienen altos niveles de cortisol.
Los tipo A son creativos, sensibles, empáticos, detallistas y muy buenos para escuchar.
El tipo B
Este tipo surge cuando los seres humanos comienzan a poblar zonas cercanas a los Himalayas, en zonas como Pakistán e India, y que luego se distribuyeron hacia Mongolia, China y Japón. Con la domesticación de animales empiezan a consumir leche y otros productos lácteos. Ellos encuentran un buen balance con el consumo de materia vegetal y de comida de origen animal. Los tipo B son muy flexibles y adaptables.
Las personas de tipo B son susceptibles a la inflamación sistémica y a enfermedades de tipo autoinmune, y les conviene evitar el consumo de alimentos como trigo, maíz, lentejas, tomates, cacahuates y pollo.
Los tipo B son sensibles al estrés y les conviene combinar ejercicios intentos con ejercicios de tipo meditativo o que sean un reto para la mente. El doctor D’Adamo sugiere deportes como tenis, artes marciales, golf, senderismo y ciclismo.
Los tipo B son intuitivos, místicos, imaginativos, idealistas y orientados hacia la gente.
El tipo AB
Es el más raro, ya que se le encuentra en menos del 5% de la población. Es el más reciente tipo de sangre y no existía hace algunos siglos.
El tipo AB es una mezcla del tipo A y del B y por lo tanto comparte las características de ambos tipos.
Las personas con tipo sanguíneo AB deben evitar el alcohol y la cafeína, y carnes procesadas. Deben consumir tofu, mariscos, lácteos y vegetales verdes. Se recomienda que se consuman comidas pequeñas de forma frecuente.
De ejercicio, se recomienda combinar deportes muy activos con actividades muy tranquilas o relajantes.
Son amigables, apasionados, empáticos y confiables.
Análisis
Los seres humanos compartimos la misma fisiología, somos más similares de lo que pensamos. Psicológicamente nos gusta pensar que somos únicos o diferentes a los demás, pero no los somos. Sin importar la raza, la cultura, ni el tipo de sangre que tengamos, compartimos la misma fisiología y las mismas funciones.
El origen de los tipos de sangre está aún en debate. Se sabe a ciencia cierta que el más reciente tipo de sangre es el AB, pero el más antiguo muy probablemente sea el tipo A.
El tipo de sangre es en realidad el tipo de antígenos a los que reacciona nuestra sangre. Estos distintos tipo de sangre se cree que se deben a adaptaciones evolutivas en las poblaciones, debidas a cambios de tipo ambiental. Se sospecha que la razón más fuerte que explica los distintos tipo de antígenos o de tipos sanguíneos es que las poblaciones se fueron adaptando y resistiendo diferentes enfermedades y asegurando de esta forma su supervivencia. La premisa de que el tipo sanguíneo depende de la alimentación es muy frágil, ya que los tipos sanguíneos también existen en muchos primates de orden superior (con sutiles diferencias), que también han sufrido adaptaciones evolutivas lo largo del tiempo. Pero estas adaptaciones no implican que estos primates estén ahora cultivando granos o criando ganado.
Los distintos tipos de sangre fueron descubiertos en 1900. Sus contribuciones a la medicina han sido muy importantes debido a las transfusiones sanguíneas y los problemas de compatibilidad entre feto y madre. Se sabe más ahora de enfermedades hereditarias y legalmente el tipo sanguíneo ha ayudado en caso de tipo civil y penal. Más allá de estas aplicaciones se sabe muy poco de las implicaciones fisiológicas de los tipos sanguíneos. Se ha podido observar que el tipo O es más susceptible a sufrir de ulceras gástricas y que el tipo A es más susceptible a sufrir cáncer gástrico, más allá de estas controvertidas observaciones lo demás sigue siendo un misterio.
Si bien es cierto que algunas lectinas presentes en algunas plantas o animales hacen reaccionar a las células como si fueran antígenos, no existe evidencia de que suceda así dependiendo exclusivamente del tipo sanguíneo. Por ejemplo, las lectinas aglutinantes del trigo, la soya y los cacahuates se sabe que pueden ser perjudiciales para nuestra salud cardiovascular sin importar el tipo sanguíneo.
Las características psicológicas o de personalidad de los tipos sanguíneos no se sostienen más de lo que se sostiene la relación entre personalidad y el signo astrológico. La razón por la que la gente gusta de descripciones de personalidad lo explica muy bien el efecto Forer.
Conclusión: no existe evidencia científica que valide o soporte las afirmaciones hecha por el Dr. D’Adamo.
Probablemente mucha gente se sienta mejor siguiendo una dieta como esta debido a que están siguiendo lineamientos más saludables tales como:
Eliminar harinas procesadas, azúcares, comidas procesadas, refrescos y jugos azucarados.
Eliminar alcohol y cigarros.
Seguir un programa de ejercicio y un programa para reducir el estrés.
Otra razón para la mejoría es que, estadísticamente un gran porcentaje de la población es tipo O, y siguen una dieta de tipo cazador-recolector (como la dieta Paleo), una dieta que ha probado ser densamente nutritiva, natural, intuitiva y sostenible a largo plazo.
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